A la hora de apostar, existen tres tipos de personas. Vamos a ver cuál eres tú:
1. Una tarde de sábado, te juntas con tus colegas y os echáis un póquer. Pierdes y no vuelves a jugar.
2. Una tarde de sábado, te juntas con tus colegas y os echáis un póquer. Ganas, te vienes arriba y repites cada sábado. Pero llega un momento en el que te das cuenta de que pierdes más que ganas y te aburres. No vuelves a jugar.
3. Una tarde de sábado, te juntas con tus colegas y os echáis un póquer. Ganas, te vienes arriba y repites cada sábado. El póquer se convierte en tu forma de ocio y llega un momento en el que ya no puedes hacer otra cosa: ahora necesitas apostar para recuperar el dinero que estás perdiendo.
Seguro que adivinas que el último puede llegar a desarrollar un trastorno adictivo.
Con toda probabilidad hará sufrir a sus seres queridos, se arruinará, se desesperará, perderá el trabajo, las relaciones, su salud y las oportunidades.
También es posible que se suicide.
Porque sí, el trastorno por juego de azar, también conocido como ludopatía, juego patológico o adicción al juego, es uno de los trastornos psicopatológicos con mayor riesgo de acabar con quien lo padece quitándose la vida.
La gran paradoja es que, esa tarde de sábado, no sabes a priori qué destino te va a tocar.
¿Serás el que juega y después pasa? ¿El que se aburre? ¿O el que lo pierde todo?
La verdadera lotería de los juegos de azar es que no te toque caer en el infierno, porque si bien solo un porcentaje de las personas que apuestan llegan a desarrollar problemas, no podemos saberlo de antemano.
En este libro, los doctores Juan Francisco Navas y José César Perales (un par de bestias en sus respectivas disciplinas) te explican la importancia de la identidad positiva con la que actualmente se han asociado ciertos tipos de juegos de azar, sobre todo el póquer y las apuestas deportivas.
Ellos insisten en que sin entender qué pasa entre bambalinas, es decir, en la mente y el cerebro del jugador, será difícil que nos podamos hacer una idea completa del poder adictivo del juego de azar.
Y tienen razón.
Yo, por ejemplo, siendo adicto recuperado (a sustancias, no al juego) nunca me había planteado que las drogas —capaces de hacer de mí una persona extrovertida, habladora y divertida (por lo menos al principio)— hubieran jugado un papel nuclear a la hora de construir mi identidad.
Un juego de azar en el que influye la habilidad puede ser tan importante para una persona que llegue a formar parte de su propia identidad. Si eso ocurre, ganar es algo de inmenso valor, no por el dinero sino porque confirma una imagen de uno mismo deseada y muy valorada. Seguir apostando se convierte en una forma de preservar dicha imagen.
Si te va el cine y el estudio del cerebro, este libro te va a encantar.
Los autores eligen distintos personajes de ficción y escenas clave de películas, libros y series de éxito, para contarte hallazgos científicos de vanguardia sobre el mundo de las apuestas.
Pero también aprovechan para sorprenderte con algunas de las teorías psicológicas más importantes tanto de adicciones como de toma de decisiones, comportamiento del consumidor, aprendizaje, motivación y pensamiento.
Una auténtica MARAVILLA (que, como no podía ser de otra manera, tiene una errata que he debido de revisar un millón de veces, pero ahí está).
Un abrazo azaroso,
Oihan
PD1: El que identifique la errata en menos de una semana, podrá hacerme la pregunta que quiera, la contestaré por muy incómoda que sea (tienes hasta este viernes 22 de marzo a las 00.00 h para contestar este email indicando cuál es la errata).
PD2: Ojo porque si lo compras on line en la librería Rocaguinarda (enlace aquí), recibirás un detalle de la editorial (o sea, nuestro).
PD3: Insisto, Trampas es un libro que te cuenta cómo formamos nuestra identidad y por qué nos engañamos a nosotros mismos. Hubiera sido imprudente dejarlo en manos de otra editorial.
Yo de chaval, 16, 17 años más menos algún domingo de lluvia, en aquella época no había centros comerciales, nos íbamos a casa de alguno de la cuadrilla y jugábamos unas pesetas al poker , casi siempre perdía, pero fue un entretenimiento más de aquella época como era ir a jugar al billar o pin pon antes de ir al cine. Aquellos "pasatiempos" fueron durante un tiempo, la adolescencia prácticamente