Hace unos días, recibí un mensaje de un familiar que me dolió mucho. Primero sentí la rabia, después empezó la rumiación. No dejaba de pensar en todo lo que quería decirle y, sin embargo, sabía que no tenía ningún sentido porque él nunca revisaría su postura.
En ese momento estaba de viaje y, como no podía irme a mi casa, no lograba aliviar la ansiedad. Sin embargo, llevaba conmigo un libro, así que aunque de entrada no tenía demasiadas ganas de leer, me senté en el hall del hotel, pedí una Coca Cola Zero y me puse a ello.
Al principio no podía concentrarme, pero al cabo de unos minutos sentí cómo iba adentrándome en la historia. Para la hora de comer ya había dejado de rumiar. Apenas me preocupaba el mensaje de la mañana. Estaba tranquilo y con la mente en calma.
Ahora está muy de moda hablar del “lugar seguro”. Yo he puesto en práctica ese ejercicio muchas veces, pero te aseguro que nunca ha sido tan efectivo como zambullirme en una buena historia.
El verdadero lugar seguro siempre será un buen libro.
Si te has tenido que mudar y te sientes solo, pon tus libros en ese nuevo espacio. Si has perdido a alguien, abre un libro que en otro momento te haya hecho sentir bien. Si no puedes dormir, coge el libro de la mesilla y olvida el móvil (para recuperar el sueño es mucho más eficaz la lectura en papel). Si estás en la cama recuperándote de una enfermedad, pide libros. Si acabas de ser madre o padre y andas muy perdido, lee a otros que ya han pasado por eso. Si estos días te enfrentas a situaciones familiares complicadas y solo quieres aislarte, utiliza la excusa de la lectura y vete a un lugar en el que te sientas mejor.
Estas navidades regala libros, ayudarás a hacer más llevaderas un montón de situaciones difíciles que enfrentamos en la vida.
Te deseo una feliz Navidad y mucho descanso.
Oihan
Gracias por tu reflexión, estoy con uno entre las manos y comparto.
Feliz Navidad, con un libro entre las manos.