¿Crees que es grave equivocarse con el pronombre de una persona trans?
Quiero decir, imagina que te diriges a alguien de esta forma: “Perdona amigo, ¿me puedes poner un café solo?”. Y te dice, enfadada, que no es un hombre sino una mujer.
Tú, en vez de disculparte, te ofendes (aunque no lo digas) porque su apariencia no responde a lo que tú crees que debería. Consideras que no tiene por qué ponerse así porque tú no lo has hecho a propósito. Y, además, “qué coño, parece un tío”.
Ahora imagina que estás jugando al parchís y que, cada vez que vas a llegar a la meta, te eliminan y tienes que volver a empezar.
El resto de jugadores va cumpliendo sus objetivos, sus fichas llegan al destino. Tú, sin embargo, vuelves una y otra vez a la casilla de salida.
Unos terminan y se van y otros llegan y se ponen a jugar, pero tú sigues ahí. Día tras día.
Año tras año.
Esto es lo que experimentan algunas personas trans cada vez que te equivocas. Sienten que vuelven a la casilla de salida.
A veces, incluso, deciden no seguir jugando (lee la posdata).
¿Te ha servido este recurso literario?
Ponerse en la piel de una persona con una experiencia vital completamente ajena a ti es tan difícil como entender la física cuántica (oportunidad que no dejan escapar las pseudoterapias, por cierto).
Nuestros autores y autoras utilizan metáforas, analogías y otras tantas figuras retóricas para explicar conceptos complejos e interpelarte al mismo tiempo.
Aquí los libros mejor trabajados del mercado.
(Ya no me quedan abuelas).
Un abrazo,
Oihan
PD: Hace unos días, tuve el privilegio de presentar el libro Moio de Kattalin Miner, publicado por la editorial Libros del K.O.. Trata sobre un chico trans de Hernani que se suicidó en el 2007. La presentación fue una muestra de humanidad, valentía y compromiso. También fue dolorosa y reparadora para mí. Si quieres que te envíe el audio, contesta a este email con un SÍ, QUIERO.
Sí quiero!
SÍ, QUIERO