—Ya no se puede discutir —le dije ayer a un amigo—. A la mínima, perdemos los papeles.
—No estoy de acuerdo, creo que empieza a haber espacios donde podemos no estar de acuerdo —me contestó en plan zen.
Me sorprendió, pensé que quizá había estado en uno de esos retiros de silencio donde pretenden que te encuentres contigo mismo.
Pero no.
Me contó que, por lo visto, empiezan a proliferar redes sociales de nicho donde se puede discutir sin levantar la voz: Partyful para los fiesteros, Fishbrain para los amantes de la pesca, Peanut para mujeres en diferentes momentos de su vida, Yubo que garantiza las interacciones seguras entre jóvenes, Dribbble para que los diseñadores gráficos compartan sus trabajos, Elpha que es tipo LinkedIn pero para mujeres no normativas, Strava para atletas…
Y un larguísimo etcétera de nuevos espacios donde las conversaciones son como solían ser en torno a un chocolate con churros.
No te cuento nada nuevo si te digo que hay muchas personas que se quejan de haber perdido la libertad de expresión (incluso eltodopoderoso Musk se considera un “absolutista de la libertad de expresión”).
También para ellos están apareciendo espacios donde pueden dejarse llevar. Parles o Gab, por ejemplo, se han convertido en un escondite para aquellos con opiniones políticas extremas y han sido criticadas por compartir contenido radical y teorías de la conspiración.
Pero ¿por qué necesitamos escondernos para dar nuestra opinión?
Porque hemos pretendido darla sin educación, hemos querido desgallitarnos después de nuestros retiros de silencio, hemos creído merecer el lujo de volcar nuestra frustración sobre cualquiera que nos apeteciera.
Y si no fuera por lo que publicó ayer mi amigo Ignacio López-Goñi, diría que está bien, que esos nuevos lugares son necesarios para escupir nuestras opiniones y quedarnos relajaditos.
Lo que pasa es que Nacho ha hecho un alarde de buena educación a la hora de confrontar parte del contenido de uno de nuestros libros. Y esto ha provocado que yo me cuestione todo lo anterior.
Nacho no está de acuerdo con Lluís Montoliu, autor del libro sobre bioética No todo vale, respecto al estatus moral del embrión humano. Y para expresar su opinión solo ha necesitado el clásico blog de toda la vida: MicroBIO.
Porque para decir que no estás de acuerdo con algo, solo necesitas: 1) dedicar un tiempo al estudio y a la reflexión, 2) domesticar a tus vísceras, 3) elaborar argumentos sólidos y 4) hacer un despliegue de buena educación.
Así seguro que no necesitaríamos espacios “seguros” donde verter la bilis.
Un abrazo,
Oihan
PD1: Gracias a Nacho por la reseña.
PD2: Gracias a Marta, de la librería Katakrak, y a la Asociación de Librerías de Navarra por invitar a Lluís Montoliu a presentar su libro en la Feria del Libro de Navarra.
No estoy de acuerdo.....😂😂😂. Lo dijiste para discutir seriamente se necesita mucho trabajo... Para opinar libremente absolutamente nada....