Mucha gente piensa que soy un rancio
En los eventos de divulgación suelo abrirme cuando acaba la jornada. No me gusta ir a las cenas ni a las post cenas.
La gente me cae bien, no te pienses. Casi todos son majos y no se dedican a alardear de sus conocimientos. Es más, diría que el cotilleo es de lo que más se hace alarde.
Pero es que eso es divertido. Por mucha ciencia que hagas.
La cuestión es que soy alcohólico. Recuperado, sí, pero eso no quita para que me dé una pereza infinita estar en entornos donde el tono de voz aumenta mientras mi interés por las conversaciones disminuye.
O puede que sea envidia porque yo no puedo beber. Quién sabe.
Sin embargo, hace unos días rompí con esa tendencia y me fui a la boda de Natalia, una de nuestras autoras (la que se marcó, junto a Manuel, una astrocopla en Got Talent).
Yo pensaba que era uno de los pocos invitados del mundillo (llámame egocéntrico), pero al llegar me encontré con toda la tropa de divulgadores.
Con mis preferidos, de hecho.
Compartí mesa con cuatro divulgadoras que me encantan: Teresa, Clara, Marián y Gaby. Y, como sé que me leen, desde aquí os digo que negaré hasta la muerte lo que os conté de Soraya.
En fin.
A las diez de la noche seguía pasándomelo cañón. A las diez y media empezó el baile. Y a mí no hay nada que me guste más que bailar.
Antes lo mío eran las barras. Sostener el cubata y mirar. Ahora, que no bebo, soy un loco de la pista.
Pero observé algo inquietante.
A ratos yo era el único señor (cómo me gusta) que bailaba. No tengo problema con eso, ni vergüenza ni nada. Me encanta bailar con las mujeres. Son mucho más expresivas (en general).
Pero observé algo más: cuando coincidíamos más hombres, éramos todos no normativos (si no sabes qué es eso, visita Google).
¿Por qué no bailan los tíos cis heteros maduritos?
Ni idea.
Pero, si eres uno de ellos, ojito porque cuando bailamos los hombres “demostramos nuestra fuerza física”.
Ay madre.
Esto no lo digo yo, lo contó Nick Neave, investigador de la Universidad de Northumbria (Reino Unido) en una entrevista que hizo para Sinc*.
También dijo que “el objetivo no es solo atraer a las mujeres, sino demostrar al resto de varones la confianza en uno mismo y la dominancia sobre los demás”.
Hala, pues que sepas que, a partir de ahora, iré a todos los saraos que montan después de las jornadas de trabajo. Que para mí eso de “la dominancia sobre los demás” es una novedad. Un privilegio que ganamos los que transitamos en una dirección concreta.
En definitiva, el problema no es el alcohol sino la gente de la que te rodeas. Y yo en la boda de esta increíble mujer no pude estar mejor rodeado.
Mi historia de vida es larga y compleja, pero Zigor no se asustó y dedicó dos horas de su tiempo a preguntarme.
Lo conté casi todo en su podcast A Micro Descubierto.
Aquí. Casi todo.
Un abrazo con Tino Casal berreando de fondo.
Oihan
PD1: *No hagas caso de las citas que he elegido extraer de la entrevista y recuerda la importancia del contexto a la hora de comunicar ciencia: https://www.agenciasinc.es/Reportajes/La-ciencia-te-saca-a-bailar