¿Sabías que mientras tú sudas tinta para escribir tu libro, hay una IA negociando a tus espaldas?
Y no, no lo hace para ayudarte a ganar el Pulitzer. Lo hace para quedarse con tu trozo del pastel.
En un reciente artículo de The Authors Guild, se plantea una pregunta súper incómoda: ¿quién posee los derechos sobre el contenido generado por la IA? Y peor aún, ¿qué significa un reparto justo de beneficios cuando tu obra se usa para entrenar a estos modelos?
Resulta que las IAs no solo están escribiendo libros más rápido que tú (sin bloqueos creativos ni sobredosis de café), sino que ahora también quieren tus derechos.
Derechos de autor, sí.
Y aquí viene el dilema: puedes licenciar tus obras para entrenar IAs, probablemente a cambio de un dinerito simbólico o un “gracias por tu contribución al progreso”, o puedes proteger tus derechos y quedarte fuera del mercado.
Viendo desde la barrera cómo las grandes plataformas y las IAs se quedan con todo el negocio.
¿Y cuál sería la solución?
Según el artículo, los autores deberían recibir una compensación significativa por el uso de sus obras. Pero, en un sector donde las cláusulas son más resbaladizas que la piel del plátano (un día te cuento algo gordo), confiar en que las plataformas van a velar por nuestros intereses es, como mínimo, optimista.
Imagina que eres una especie de artesano de la palabra, que construyes cada frase como si estuvieras tallando un diamante. Llevas varios meses trabajando en tu libro, apenas has hecho caso a la familia, pareces un naufrago, estás ido, en tu cabeza solo aparecen una y otra vez las frases que sigues revisando… Hasta que de pronto descubres que ese diamante está alimentando a una máquina que luego te hará la competencia.
Lo que parece ciencia ficción es el estado actual del sector.
Así que, querido autor, querida autora, la próxima vez que te preguntes quién es el dueño de tus derechos, recuerda: la respuesta no eres tú… al menos no mientras las reglas del juego las sigan escribiendo otros.
Un abrazo,
Oihan
PD1: En esta editorial nuestros autores se llevan la mitad de todo lo que venden en la web. No el 10 % como en la mayoría de las editoriales, el 50 %.
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