¿Qué pasaría si en plena guerra lanzamos a nuestros enemigos una bomba que los convierte a todos y todas en homosexuales?
La bomba sería capaz de fumigar unas feromonas o un potente afrodisiaco que haría que los soldados se sintieran atraídos unos por otros. Sin control.
¿Y para qué?
¡Pues para qué va a ser! ¡Para distraerlos!
O es que tú puedes concentrarte cuando estás loco por alguien y ese alguien te ronda, moreno. Yo no.
La posibilidad de la bomba se estudió.
¿No me crees?
En el 2007 el premio Ig Nobel de la Paz fue para el laboratorio Wright de las fuerzas aéreas de los Estados Unidos. Por lo visto, los amigos del Wright elaboraron un documento secreto de varias páginas en 1994 (oye, que esto es hace dos días).
En el documento se exploraba la posibilidad de diseñar armas no letales que dieran algún tipo de ventaja a los yankis.
¿Eres profesor o profesora de secundaria y tus alumnos pasan de ti?
Una historia como esta te garantiza la atención de esos adolescentes desparramados. Y si necesitas más, nosotros tenemos otras treinta y nueve aquí mismo.
Esta te sirve para hablar de homofobia en tu clase de Ciencias Sociales, de la función de las feromonas en la de Ciencias Naturales o de la creatividad al servicio de las guerras en la de Historia del Mundo Contemporáneo.
Claro que…
Quizá…
Ahora que lo pienso con tranquilidad…
¿Y si realmente lanzaron esa bomba y por eso se está produciendo el contagio LGTBIQ+?
Un abrazo afeminado,
Oihan
PD1: Te recomiendo mucho el Capítulo 35: La ciencia detrás de tu cuñado. Lo mejor para la cena de Navidad.
PD2: Su autor, Pablo Palazón, está sorteando un ejemplar en su cuenta de Instagram.