El libro que dudé publicar por miedo
Era el manuscrito de una periodista, historiadora y comunicadora científica.
La había conocido en una de sus charlas y me había gustado.
Su libro era sobre un científico que se atrevió a salir del armario a principios del siglo XX. En plena Edad de Plata de la ciencia española.
Pero no era un científico sin más.
No.
Él fue candidato en dos ocasiones al premio Nobel y doctor honoris causa por la Universidad de Oxford.
El libro era buenísimo, pero yo no tenía claro si iba a ser una buena idea publicarlo.
Tenía cierto temor. Lo reconozco.
¿Temor por publicar sobre la vida de Pío del Río Hortega, un científico de primer orden y además homosexual?
Por supuesto que no.
Mi temor respondía a algo más complejo. La autora cuestionaba lo incuestionable.
Se atrevía a señalar la conducta de nuestro científico más preciado. Uno del que este país se siente tremendamente orgulloso, pero al que no es capaz de rendirle el homenaje que merece.
Elena Lázaro señalaba al gran Santiago Ramón y Cajal.
A Cajal y a todo el séquito que lo secundaba.
“Pío del Río Hortega nunca logró en vida el reconocimiento social de Santiago Ramón y Cajal, don Santiago, el joven cachas y presumido que luego se transformaría en el viejo conversador amigo de las tabernas y cafés: Don Santiago, el orgullo patrio. No hubo estatuas, ni homenajes multitudinarios, ni apretones de manos de espontáneos en la calle para don Pío. Tampoco tengo claro que los quisiera. Para él quedaron el aplauso siempre discreto de la comunidad científica internacional y la admiración de sus discípulos”.
Elena cuenta cosas incómodas. Y se ha llevado no pocas críticas por eso.
Al final, Laura y yo decidimos publicar su libro. Porque era valiente, único y necesario. Porque es importante conocer los errores de nuestros referentes.
Sus errores nos hacen más humanos frente a los nuestros. ¿Os es que no nos vamos a reconocer en la miseria ajena?
Yo lo hago. Constantemente, de hecho. Soy miserable en mis juicios la mayoría de las veces.
Lo soy cuando creo que hago las cosas mejor que los demás. Lo soy cuando no tengo en cuenta mis privilegios de partida. Lo soy también cuando siento vergüenza de quien soy y tengo miedo de repetir las consignas en las que creo.
Y tú probablemente también lo seas. Aunque lo niegues. Como cuando queremos negar las miserias de aquellos a los que admiramos.
Como cuando yo quise negar las de un científico como Cajal.
Leer el libro de Elena es un ejercicio maravilloso con el que confrontamos nuestras propias creencias. Es un libro con el que crecemos a partir de la vida de otros. Y es un libro con el que aprendemos sobre la historia de la ciencia de este país.
Sus luces, pero también sus sombras cuando es capaz de meter en el armario a uno de nuestros científicos más excepcionales.
Un científico en el armario, de Elena Lázaro.
Un abrazo orgulloso,
Oihan
PD: Mi orgullo responde a la valentía que he tenido yo y otros tantos a la hora de sentirnos valiosos. También con nuestras miserias.