Ramos Perera es el primer profesor de Parapsicología. Enseña su materia en la Universidad Autónoma de Madrid. La define como una ciencia que estudia una serie de fenómenos no explicados satisfactoriamente por las ciencias tradicionales y que están ligados al psiquismo.
Sabía que tarde o temprano los científicos entrarían en razón.
Cuando era pequeño, vi al Ratoncito Pérez. No era un ratón al uso sino una figura con brazos y piernas como palos y de color negro. Una cosa como esta:
Lo vi.
De verdad que lo vi. Además, cuando se dio cuenta de que lo miraba salió corriendo y se escapó por la rendija de la puerta de mi cuarto.
No llegó a dejarme nada debajo de la almohada y no se lo perdoné. Pérez existía, pero era un cobarde.
Esta convicción debería ser suficiente como para estudiar este fenómeno. ¿O no? ¿Acaso no crees que mi testimonio justificaría diseñar un experimento y poner a su disposición todos los recursos necesarios?
Dinero, sí. Y también equipo.
Ramos Perera ha montado en la Universidad Autónoma hasta laboratorios. Estamos realizando importantes trabajos de nuevos mecanismos de control —dice— para evitar el fraude. Un dotado de poderes paranormales y un ilusionista producen efectos similares. La diferencia es que el ilusionista los realiza con truco.
Yo quiero que lo de Pérez lo evalúe el dotado de poderes, seguro que él es optimista. Un tipo sin sesgo. Un profesional como la copa de un pino, capaz de creer que yo vi a ese ratón miserable.
Quizá tú seas un escéptico recalcitrante. Uno de esos que no cree en nada. Un tipo mustio. Pues que sepas que un hombre sin fe es un hombre muerto.
Ya lo dice Perera: “El hombre de ciencia debe estar abierto a todo”.
Ábrete.
Mezcla tu ciencia con tus creencias, los sesgos no existen ¡son los padres! Hay un mundo ahí fuera por descubrir:
Yo pude constatar personalmente cómo, cuando a una de las niñas se le golpeaba con un martillo en la rodilla para medirle el reflejo patelar, la otra niña, en el piso superior de la casa, empezó a mover significativamente la misma pierna. Por otra parte cuando a una de las niñas se le estimuló con un fuerte olor a colonia algo desagradable, la otra arrugó la nariz y se llevó los dedos a las fosas nasales en un gesto sumamente elocuente...»
Y cuando tengas algún fenómeno inexplicable entre manos, monta una comisión de estudio como la que estuvo presidida por el psicólogo José Luis Jordán Peña, la doctora Pertejo, catedrática de la Universidad Autónoma; el doctor Serrano, ingeniero; Francisco Gavilán, analista, y los médicos doctores Tejero, Gándara, Espada y Ramírez.
Luego me cuentas.
Un abrazo para-anormales,
Oihan
PD: Las citas son de un artículo que publicó El País en el año 1976. Puedes leerlo aquí, no tiene desperdicio. Y que alguien se lo envíe a los de Materia para que se echen unas risas.
Ese señor se dedicó un tiempo a dar un "premio nacional de antropología", entre otros a algún "ilustre" que lo recibió encantado de la vida.