Ayer hablé de un tabú y hoy voy a hablar de otro que todavía no hemos sacado de verdad del armario.
La discapacidad.
Lo más cerca que he estado yo de la discapacidad, fueron los dos años que compartí con Raúl Gay el lanzamiento de su libro Retrón.
—Acércame el agua —me susurraba una y otra vez en las presentaciones.
Yo soy muy obtuso y movía su botella todo el rato al centro de la mesa porque estaba muy al borde. Me parecía que se iba a caer en cualquier momento. Pero la botella estaba allí porque si no Raúl no podía cogerla.
—Me encanta tu chaleco —fue otro de mis desacertados comentarios.
Claro que él no se quedó corto. La primera vez que fui a su casa para hablar del libro me ofreció unos frutos secos justo después de meter él la lengua en el plato para poder pescar un cacahuete.
La verdad es que lo pasamos súper bien durante aquellos meses. A mí me encantaba estar con Raúl y Elena, su pareja. Siempre ocurrían cosas extrañas (extrañas para mí, para ellos eran parte de su día a día) como que un niño parara en seco su rabieta al descubrir a Raúl en mitad de un restaurante.
Con dos rombos, así seguimos clasificando la discapacidad.
¿Cómo se explica si no que nunca entrevisten a personas con discapacidad en horarios de máxima audiencia en la televisión?
Raúl dinamita todos los tabús en este libro. Y lo hace sin ningún tipo de miramientos y con una buena dosis de humor negro.
🎁 Cuando escribí Retrón, me impuse una condición: decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad. Para lograrlo, tuve que fingir que nadie iba a leer esas páginas, porque si pensaba en posibles lectores, habría caído en la tentación de ser más cauto.
Mi forma de escribir fue particular. Salía a pasear en mi silla de ruedas y, mientras avanzaba, iba construyendo mentalmente las siguientes páginas o el próximo capítulo. Formaba frases completas, probaba estructuras posibles y ordenaba las ideas en mi cabeza. Solo cuando lo tenía prácticamente armado, me sentaba a escribir. O, mejor dicho, a transcribir lo que ya había creado en mi mente.
Creo que este libro es un rara avis. No encaja del todo como memorias, autoficción, ensayo o reportaje, pero al mismo tiempo es un poco de todo eso. Su naturaleza híbrida está siempre guiada por una brújula muy clara: derribar mitos.
Quise invitar a la reflexión, no solo sobre la discapacidad, sino sobre las historias que contamos y cómo elegimos contarlas.
Tan potente es este libro que Iñaki Gabilondo quiso prologarlo.
Te lo ponemos fácil.
Un abrazo,
Oihan
PD: La gente sospecha que la discapacidad de Raúl fue consecuencia de la talidomida, pero no. El origen está en una mutación y por eso al final del libro quise invitar a dos titanes de la comunicación de la ciencia: Antonio Martínez Ron como entrevistador y Lluís Montoliu como entrevistado.
“Gay usa el humor negro para narrar su vida con discapacidad, desde su nacimiento hasta su vida adulta. El libro ofrece una crítica social clara sobre la falta de apoyo y visibilidad para personas con discapacidad”.
La Vanguardia
"‘Retrón’ es un relato lleno de humor que no oculta la crudeza de la realidad. Raúl Gay no cuenta una historia de superación, sino más bien describe los enormes costos y esfuerzos que enfrenta diariamente debido a su discapacidad, todo con un enfoque irónico y crítico".
Crea Lectura (Atresmedia))
"Terminé ‘Retrón’ de Raúl Gay y no puedo dejar de recomendarlo. Brutalmente honesto, me hizo reflexionar sobre cómo tratamos a las personas con discapacidad. Humor y realidad en su máxima expresión".
@LauraBooks85
"Raúl Gay destroza todos los clichés sobre la discapacidad con ‘Retrón’. Lo recomiendo a cualquiera que quiera una lectura desafiante pero sincera".
@MartaRecomienda
Este email forma parte de una serie. En ella los y las autoras te van a dar algunas claves. 46 libros que se convertirán en 46 lecciones durante 46 días.
Si conoces a alguien que quiera aprender a escribir y vender divulgación científica ciencia, ya sabes…
Llevo toda mi vida conviviendo con discapacitados de distintos tipos y en diversos grados (desde silla de ruedas y parálisis casi total hasta un síndrome de Down bastante profundo, pasando por diversos grados de discapacidad mental) y en mi familia nunca hemos sido de dorar la píldora, pero, aun así, el libro de Raúl me dio una perspectiva completamente nueva. Me encantó lo salvaje y descarnado que es, porque es la única forma de ver lo reales que son los problemas, sin buenismos ni edulcorantes. Ya se lo dije a él en su día, pero mil gracias otra vez.