Ayer estuve rodeado de gente con gafas de pasta y zapatos imposibles. La mayoría con cara de interesantes. Serios, porque para parecer interesante no puedes ir soltando mis carcajadas. Algunos parecían haber leído a Heidegger mientras explicaban el sentido de una u otra obra de arte.
Exacto, ayer visité ARCO en Madrid. Ni te imaginas la de gente estilosa que había allí. Yo parecía que no hubiera salido del pueblo en décadas. Aunque, algún que otro cateto también descubrí al acercarme a un cuadro y escuchar: “Esto lo podía haber hecho mi hijo”.
Lo cierto es que este desprecio por el arte no es nuevo. Oscar Wilde ya sentenció aquello de que "todo arte es completamente inútil".
¿Y la ilustración científica? ¿Es arte? Porque si el arte no sirve para nada, ¿cómo hemos aprendido a operar corazones, a entender el sistema nervioso o a reconocer qué planta te mata en 30 segundos?
Pensemos en Leonardo da Vinci. Tipo listo, pintaba de fábula, inventaba cosas y diseccionaba cadáveres con una pasión que hoy en día lo habría mandado directo a un juicio por profanación de tumbas. Sus dibujos anatómicos fueron tan precisos que, por ejemplo, sentaron las bases para que la humanidad comprendiera mejor la fisiología vascular.
Luego tenemos a Vesalio, que en el siglo XVI se lió a hacer ilustraciones del cuerpo humano en su libro De humani corporis fabrica. Básicamente, sin sus dibujos los seres humanos hubiéramos tardado bastante más en renunciar a las inquietantes sanguijuelas.
Por no hablar de Santiago Ramón y Cajal, nuestro gran referente nacional de la ilustración científica, que con un microscopio y una paciencia de santo dibujó las neuronas con un nivel de detalle que hizo que la neurociencia diera un salto con tirabuzón.
¿Te imaginas que hubiera pasado si Cajal no hubiera hecho aquellos dibujos?
Parece evidente que, cuando el arte se cruza con la ciencia, la utilidad deja de estar en cuestión. Sin ilustraciones científicas, la medicina seguiría en la época en la que una fractura de pierna se resolvía con una sierra y un trago de whisky.
En fin…
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Un abrazo,
Oihan
PD1: ¿Ya has averiguado por qué he elegido esa frase para el asunto?
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