Ayer me quedé en blanco dando la charla de Naukas
Te dije que daría una charla única.
Y única ha sido.
De hecho, la única en la que me he quedado en blanco de toda mi vida.
Pero blanco nuclear.
El calor, la taquicardia, la sensación de ahogo, la claridad con la que podía ver la expresión de la gente, las frases en mi cabeza:
—Vete
—Corre
—¿Qué haces ahí parado, gilipollas?
Como si hubiera visto un león.
Y encima había ido a hablar de la Antártida. Que no es mi tema. Mi tema son las drogas, ya lo sabes. No había hilo del que tirar.
El horror.
¿Y sabes qué dije para salir del paso?
“Disculpad, me acaba de dar un blancazo”.
Joder, Oihan: ¡¡¡Un blancazo!!! ¡Eso es lo que te da cuando te sienta mal un porro!
Pues, hala, ahí mismo lo planté. Menos mal que no oculto mi pasado politoxicómano porque, de otra manera, estaría acabado.
(Para los 327 nuevos que acabáis de llegar a esta lista: soy adicto rehabilitado, llevo 16 años sin consumir nada de nada, eso incluye las drogas legales: alcohol y benzodicepinas).
Cuando terminé mi charla (porque obvio que a cabezón no me gana nadie), bajé del escenario y lo primero que hice fue dejarle un audio a María José Mas, neuróloga y autora de la editorial:
—¿Qué mierdas me ha pasado?
(Ya me perdonarás el lenguaje, pero te aseguro que lo he suavizado).
Ella me contestó esto.
Y con la respuesta de María José volví a comprobar la importancia de la divulgación científica.
Durante los últimos meses he estado haciendo un curso de oratoria con Fer Miralles. El tipo es un crack de la comunicación de eso no hay duda.
Pero.
En su curso en ningún momento dijo lo importante que es dormir antes de dar una charla. Y, sobre todo, por qué.
María José sí me lo explicó. Eso es buena divulgación.
Y eso es también una prueba de que los marketeros sabréis vender, pero todavía no habéis descubierto lo que venderíais si añadierais a buenos divulgadores en vuestras movidas.
La doctora Mas sí lo sabe. Y para prueba, su libro La aventura de tu cerebro.
Y ahora viene lo divertido.
Al final del día, estaba yo con Camila en el stand de venta de libros, cuando ocurrió algo fantástico:
—He visto tu charla, me ha gustado mucho —me dice un chaval súper sonriente.
—¿Sí? Cuánto me alegro—contesto yo sospechando que me lo dice para que no me sienta mal.
—Lo mejor, lo del blancazo.
—¿Ein?
—Ha sido genial, he pensado que era un chiste. Me ha parecido una pasada.
No sé quién eres, pero que sepas que me has dado una idea brutal para otra charla. Si me lees: GRACIAS. Porque, además, aliviaste el enorme malestar que se me quedó durante todo el día.
Había oído hablar de lo que supone quedarse en blanco, pero pensaba que a mí no me pasaría. Siempre me he sentido bastante bien dando charlas.
No hay nada como que las circunstancias te pongan en tu sitio para trabajarte la humildad y seguir aprendiendo.
Porque mira que hay gente de la que aprender. Sobre todo en Naukas. A continuación, os dejo las charlas de ayer.
También la del blancazo (que te conozco, bacalao):
Aquí tienes todas las charlas de Naukas Pamplona
Un abrazo en blanco,
Oihan
PD1: Nunca olvidaré —pero nunca nunca— el aplauso que me regaló el público en el momento de la angustia máxima. Desperté de mi pesadilla.
PD2: ¿Puede una muestra de apoyo como un aplauso bajar este tipo de activación? ¿Tiene alguna explicación fisiológica? Te leo en Twitter.