No sé si soy cruel por comer carne de ternera.
Me lo pregunto cada vez que leo la carta y se me hace la boca agua.
Después, cuando me llega el plato, me quedo en silencio unos segundos imaginando al animal del que proviene. Y le doy las gracias.
Seguramente te parecerá una idiotez o, peor aún, una manera vulgar de quitarme la culpa.
Es cierto, me siento culpable.
También me pasa cuando hago uso de medicamentos que sé que se han testado en animales.
Veo publicaciones en la red sobre el maltrato animal y siento náuseas.
—¿Soy una mala persona? —me pregunto—. ¿Cómo logro desviar el pensamiento lo suficiente como para no tener después problemas de conciencia?
Me pasa con otras muchas cosas. Por ejemplo, ¿está bien que congelemos embriones para garantizar el éxito en la fecundación? ¿Qué hacemos con los embriones que no se usan? Cuando les pregunto a mis amigos, los que se han sometido a tratamiento, no saben qué contestar.
Cuando me propongo rellenar mis voluntades anticipadas (ya van más de tres intentos) y me imagino en muerte cerebral, no sé qué contestar: ¿quiero que me desconecten? Si fuera el caso de mi perra, no lo dudaría. ¿Acaso me compadezco de su sufrimiento más que del mío? ¿O es que mi dignidad vale más que la suya?
En este caso, un animalista contestaría completamente distinto a un católico.
Imagino que los dilemas a los que te enfrentas tú son los mismos que los míos. ¿Estaré haciendo las cosas bien?
La necesidad de ser coherentes con nuestros principios y, al mismo tiempo, responder a nuestros deseos, apetitos o miedos dan como resultado un montón de preguntas imposibles de resolver desde lo emocional.
Porque lo emocional tiende a no convivir bien con lo racional.
Y, sin embargo, solo desde lo racional podremos juzgar nuestras decisiones. Por eso me gusta el trabajo que hacemos en Next Door, porque nuestros libros explican el mundo desde lo racional.
Y esas explicaciones nos permiten reflexionar sobre nuestras conductas y tomar posiciones meditadas y consistentes.
Mi dilema con la carne está pendiente, pero el que tenía con la experimentación animal lo resolví leyendo el último libro de Lluís Montoliu.
Aquí.
Un abrazo y feliz Sant Jordi.
Oihan
PD: Lluís Montoliu estará firmando hoy de 17:00 h a 18:00 h en la parada de la librería Alibri por Sant Jordi (en el cruce entre la calle Diputació y Rambla Catalunya).
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No te imaginas la tarea que me traigo con este tema desde que traduje el libro de Ed Winters...
Buenas noches.
Tiernamente, admiradora de Lluís Montoliu.
Lo conocí a través de un vídeo donde hablaba de los genes.
Me encantó su humanidad al divulgar y hacernos entender temas de ciencia, y ÉTICA. Me motivó a conocer su libro “Genes de colores”.
Recientemente escuché su charla sobre “No todo vale”. Y, ¿cómo no?, tiernamente admiradora de Lluís Montoliu, compraré el libro.
Os animo a conocer a Lluís Montoliu. Casi, casi, hasta os podríais enamorar platónicamente.
Un cordial saludo.