El martes 23, día del libro, recibí este WhatsApp:
[…] hemos paseado todo el Paseo de Gracia, Rambla Catalunya y Ramblas viendo los puestos de Sant Jordi y no he visto ningún libro de Next Door o de Yonki. Supongo que es difícil meter la cabeza en estos megaeventos de un solo día, pero, por lo que sea, tenemos un problema de visibilidad.
Si eres editor o editora, sabrás que este tipo de mensajes te joden el día. (No te agobies, [autor], que me repongo rápido).
Los autores —como los editores— salís a buscar vuestros libros. Si no los veis, os sentís muy frustrados: ¿tienen sentido las miles de horas y esfuerzo invertidos?
Le contesté al autor lo que pienso y me dije a mí mismo:
No te agobies, Oihan, Barcelona es una ciudad enorme donde la competencia es feroz. Hay centenares de firmas de escritoras y escritores famosísimos. Una mezcla de talento y mediocridad, pero siempre muy rentable. Las editoriales catalanas tienen prioridad como es lógico. Las librerías pequeñas intentan competir con las grandes cadenas. Así es una gran ciudad. No hay mucho espacio para una microeditorial de Pamplona que, además, publica ciencia. No desesperes. Sigue currando. Sigue pensando. Sigue apostando por la venta en librerías.
Hace unos días dije que la pareja de baile del editor es el librero.
Hace unos meses desactivé nuestra tienda on line para respetar a nuestra pareja de baile.
Hace un año descarté varios modelos de negocio que prometían viabilidad para no traicionar a la cadena del libro.
No iba a echar por tierra toda la estrategia por una simple rabieta. El mundo no se acaba en Sant Jordi. Las cosas en Pamplona serían distintas. Somos editores navarros, las librerías nos conocen, tienen nuestros libros. Todo iría bien.
Salí cansado de mi casa después de un día bestia de trabajo. Quedé con mi pareja y nos fuimos, la mar de contentos, a dar un paseo por los puestos de Pamplona.
¿Adivinas?
Bajona total.
No vi ni uno solo de nuestros libros. Quizá por la mañana habrían tenido alguno. No lo sé, pero no pondría la mano en el fuego.
¿Por qué?
Porque necesitan asegurarse el tiro.
Y lo entiendo. Claro que lo entiendo. Pero empiezo a comprender que esta pareja de baile tiene necesidades distintas: nosotros necesitamos a la librería, pero ella a nosotros no.
En ese caso, ¿no tenemos derecho a buscar un aliado que también nos necesite? ¿No podemos explorar modelos editoriales que hagan nuestros proyectos viables? Es más, sabiendo que tenemos un nicho (estos seis años lo demuestran), ¿no sería más inteligente buscar fórmulas de colaboración que nos permitieran ganar a todos?
En algunos países se están probando cosas muy interesantes en este sentido. Yo propongo que trabajemos unidos editoriales, distribuidoras y librerías y reformulemos el modelo. Que le demos la vuelta al calcetín.
En cuatro días vamos a tener que hacerlo, esto solo es sostenible para unos pocos.
En la última semana, dos personas distintas del sector me han llamado outsider. Si pensar que las cosas se pueden hacer de otra manera es ser un outsider, entonces lo soy.
Un abrazo,
Oihan
PD: Hoy no te vendo ningún libro (por seguir con la tónica de la feria, digo).
La pareja de baile del editor es el librero, pero esto no es una (¿aburrida?) relación heteronormativa :D
Quizás no seamos los más guapos de la discoteca, quizás no seamos los mejores posicionados, pero dudo que otras editoriales se tomen tanto tiempo pensando soluciones imaginativas como os lo tomais vosotros.
Yo creo que esto es realidad es una trieja.
El editor pone el libro "ahí fuera" y lucha por posicionarlo.
El librero pone físicamente el libro en su librería y, con mucha suerte, hasta lo recomienda.
Pero eso funciona cuando eres el más guapo (tienes autores superventas y super conocidos), el más simpático (cubres temas más mainstream y menos nicho) y el mejor posicionado (tu volumen de negocio es tan grande que puedes invertir miles de euros en publicidad).
Cuando no tienes esa "suerte", esa pareja no tiene sentido sin la tercera pata, el autor.
El autor es el que hace que lector vaya a ver a nuestro librero contándole que ha oido hablar de un libro de ciencia que tenía buena pinta.
El autor es el que hace que el librero, sí nos necesite de alguna manera.
El autor es el que pone (aunque no físicamente) el libro en el escaparate.
El autor es el que puede hacer que de las cientos de casetas de la feria del libro de X o Y localidad, alguien elija la caseta donde va a firmar, o donde se venden.
Como autor mi trabajo no puede ser escribir y luego limitarme a "hablar de mi libro" cuando con suerte me invitan a presentarlo a algún lado.
Oihan, Laura, ¡contad con nosotros! Innovemos juntos.
Buenos días.
Pues yo, pronto compraré, para regalo, “No todo vale” y “Genes de Colores”; ambos de Lluís Montoliu.
“Genes de colores” va a ser un regalo para mi profe de Historia y arqueólogo, cuya lectura estoy segura que le va a encantar y completar en sus estudios.
Un cordial saludo.