Hoy voy a estar con algunas de las personas que más saben sobre comunicación de la ciencia en este país.
Académicos, periodistas y empresarios. Todos juntos para darle al tarro sobre cómo hacer para que la ciencia interese a tu vecino.
—En esta sociedad falta cultura científica —decimos—. La gente sabe quién pintó La Gioconda o quién creó al personaje de Sancho Panza, pero no sabe quién fue el inventor del teléfono o la mujer que descubrió las tiras reactivas de orina que tantos penaltis han pitado.
Y es que a la ciencia le falta épica.
No hemos sabido ponerle literatura. Un hecho sin cosmética que lo adorne se convierte en un dato anodino.
¿Acaso crees que conocerías La Gioconda si no estuviera rodeada de tanto misterio? ¿O sabrías quién es Sancho Panza si se llamara José Pérez?
Ayer cené con una amiga que se dedica a esto de la divulgación de la ciencia pero a lo bestia. Vamos, que sabe llegar al gran público.
¿Su secreto?
No me lo contó pero diría que, aparte de currar como un animal, tiene muy claro que su objetivo es entretener.
Claro que lo más importante no es saber que uno debe entretener sino saber hacerlo.
La primera vez que volé a EE.UU. tendría 8 años. Al subir al avión las azafatas (entonces eran todas mujeres) nos animaron a cantar con ellas mientras aprendíamos a ponernos el chaleco salvavidas.
Cantábamos los niños y cantaban los mayores.
Luego aprendí que a los españoles nos sobra todo el pudor que les falta a los norteamericanos. Lo cual es una pena porque terminamos por tomarnos demasiado en serio a nosotros mismos.
Nos da miedo hacer el ridículo.
La ciencia no es una broma. La comunicación de la ciencia tampoco. Pero la narrativa que se construye en torno a ella debería “hacer menos molesto y más llevadero” lo que tratamos de enseñar (segunda acepción de la palabra “entretener”).
Por ejemplo, la última serie que vi en Netflix, me divirtió, “recreó mi ánimo” (tercera acepción de la palabra “entretener”). ¿Cuál ha sido el libro de divulgación científica que más ha “recreado tu ánimo”?
¿Hay algún libro de nuestro catálogo que “haya hecho menos molesto y más llevadero” tu fin de semana?
Seguramente sí, pero ¿y si te pregunto por un libro con el que te lo hayas pasado cañonazo?
Esos son los libros que tenemos que hacer.
—La gente paga por entretenerse o por conseguir beneficios, si es rápido mejor —me escribió mi amiga por WhatsApp después de cenar.
Quizá la pregunta que debemos hacernos los que queremos vender ciencia es si tenemos las aptitudes para entretener. Porque los conocimientos se adquieren, pero ser capaz de hacer pasar un buen rato a tu audiencia… ese es otro cantar.
Un abrazo ibérico (soso hasta decir basta)
Oihan
PD: Cuando pueda, te cuento sobre lo que vamos a vivir hoy.